Las mujeres siempre esperamos esta época del año. Podemos
comprar las cosas que no adquirimos antes por no poder o, seamos sinceras, para
no tener cargos de conciencia por comprar cosas que en el fondo no necesitamos
para nada. Yo ya he hecho una lista de lo que quiero, pero sé que no va a
servir de nada. Saldré de compras y me
patearé unas cuantas tiendas y como no, el almacén que todos conocemos. Miraré
y me quedaré con cosas al tuntún, sólo porque me parecen que están bien de
precio. Después de unas cuantas horas volveré a casa con un montón de bolsas y
los pies hechos polvo.
Lo mejor de todo es que una vez en casa, me cambiaré y me pondré unas zapatillas cómodas. Después de servirme algo para beber, que siempre es agua, me sentaré en un sofá y abriré bolsa a bolsa, poco a poco, para mirar mis tesoros. Cosa de tontos pues hace solo un ratito que las he comprado.
Llamaré a mis amigas y a mi hija y les explicaré con todo detalle cada cosa, lo que ha costado y de que tienda es. A ellas les importa un comino, pero hacen ver que es muy interesante todo el rollo que las estoy metiendo, saben que otro día me llamarán ellas para explicarme sus chollos encontrados. Pasado el rato me daré cuenta de que no necesitaba casi nada de lo estoy mirando.
Pero lo peor de todo es que habré comprado un par de cosas
para mi hija, que pobre cuando lo viene a buscar me dice que “muy bonito que
muy bonito”, pero sé que no le gustará, como siempre, y sí puede lo cambiará.
Al día siguiente pensaremos en cuando llegarán las próximas rebajas
para comprar algo que necesitamos y que no hemos encontrado.
1 comentario:
Tu hija: jajajaja!
Solo he cambiado algunas cosas! Jijiji
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