domingo, 13 de enero de 2013

AGOTAMIENTO DOMINICAL

Hoy estoy de mala gaita y tengo el cuerpo como si me hubiese vuelto sonámbula y me hubiese pasado la noche bailando la samba. Todo porque antes de las 7 de la mañana, los nietos de la vecina de arriba han empezado a montar a caballo sobre mi techo y, media hora más tarde, la hija de abajo a darnos la serenata en do sostenido. ¡Jolines que pulmones tiene la niña!

Por si faltaba algo, hace un día gris, oscuro y frío, cosa que me joroba un montonazo porque si tuviese terraza, no podría salir a marear las plantas, como hacía cada mañana de domingo. Eso jode... ¡un montón!
Porque una, hace 20 años, además de marido coñazo tenía una terraza enorme y un perro precioso. El marido no compensaba tener terraza, por eso ahora tengo ventanales y gato.

Volviendo a lo de levantarme hecha un trapo, cansada y con la oreja en el cogote... aún recuerdo cuando me despertaba y me ponía en pié de un brinco. Si lo hago ahora seguro que me esmorro contra el armario; y no os cuento si el gato, a mala leche, me ha metido una de las zapatillas debajo de la cama... entonces mi primera visita al baño puede, con los consiguientes riesgos,  retrasarse diez minutos ya que mientras me agacho, me meto bajo la cama -si no tengo que ir a buscar la escoba-,  intento incorporarme, lo consigo y cruzo el distribuidor medio encorvada... ¡pierdo 10 minutos mínimo!

Y como con sólo pensarlo, aún me siento más cansada, me voy al sofá a leer un rato.
Lo de arreglar el vestidor me parece que seguirá quedando para otro día, que este domingo, encima, me toca IVA. ¡Mecachindiez, que vida la mía!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo de ti dejaría el vestidor como está, y andando! Que en el sifá se está muuuuy a gusto!