Tengo en casa una amiga invitada que ha venido a pasar unos días a España. Para ella, si no damos una vuelta por El Corte Inglés, es como si no hubiera estado en Barcelona.
No estaba muy de acuerdo en ir porqué tenía miedo de la aglomeración “rebajil”, pero me parecía de mala educación no acompañarla.
Hemos cogido el coche y al llegar hemos aparcado sin problemas en la planta P3 (Aparcamiento 3) que estaba casi vacía a pesar de que era la una y media.
Tenía que comprar tabaco y nos fuimos directas a la P (Planta).
Pero mi amiga italiana Erma, de apellido Frodita, se paró en un “corner” de bolsos. Estuvimos un ratito mirando y ella se compró uno de estampado animal y yo otro de color azul marino.
Como ella quería comprar cosas para la cocina, nos fuimos a la planta SM (Sótano Molde). Erma se cargó con pinzas, cuchillitos, termos, vaporizadores y tonterías varias mientras que yo me afiancé una sartén-piedra.
Pensando, pensando y repensando, ¿para qué quería un bolso azul si no me gusta el color y no tengo nada que le quede bien? Volvimos a la P, devolví el bolso.
Estoy en casa y, al abrir el cajón de las sartenes he contado 7 y he vuelto a pensar (cosa peligrosa): para qué quiero otra y encima que pesa como una losa, por muy mona que sea. Mañana volveré al C.I. a la planta Sótano Molde a devolver la inútil sartén-piedra.
Está visto que este año no me han pillado…jajaja
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