domingo, 24 de febrero de 2013

SOLA ANTE EL PELIGRO

Hacía días que ya tenía el carnet de conducir y el coche también, nuevecitos los dos por supuesto. Un fantástico Y-10 de color rojo que mi marido (o oso como lo llama mi amiga) no me dejaba conducir sola y me daba la paliza sentado en el asiento de al lado. Harta de tanta tontería junta, me enfrenté y le dije que se bajara de MI coche. Y así lo hizo. Envalentonada por mi hazaña, llamé a mi amiga Cris Talina y le dije que si quería ir a dar una vuelta conmigo. 
  
Entonces se nos ocurrió ir a Tarragona a ver a mis padres. En la autopista bien, sólo cambié de quinta a segunda unas cuantas veces, con el único inconveniente de un pequeño ruido molesto. En la general tampoco fue tan mal, se me ocurrió adelantar una camioneta mientras un coche me estaba adelantando (no miré el retrovisor), el bocinazo me hizo girar el volante hasta acabar en la cuneta, pero salimos airosas.
Al llegar a la finca de mis padres, hay que coger un camino muy empinado: embrague, primera y acelerador… y ¡Oh, oh... buzón! El buzón iba doblándose lentamente delante del capot de mi Y-10 mientras nos reíamos a carcajadas. Mis padres ya no tienen buzón, no importa al ser una casa de campo tampoco llegaba el correo.


Tras comer en familia nos volvimos a Barcelona y la acompañé a su casa. Hago notar que para llegar a su casa hay que subir por una calle bastante estrecha. Pues fue una subida ligeramente ruidosa, mi retrovisor derecho estuvo haciendo amistad con los retrovisores de todos los coches que estaban aparcados, un montón de “crash” con el consiguiente “desternillamiento” de las mendas.

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