sábado, 9 de febrero de 2013

CARNET DE CONDUCIR -2ª Parte

Nos habíamos quedado en que tenía que demostrar, a mi querido marido, que sabía conducir. Todo mi gozo se fue de cabeza al pozo más profundo y me farde también, pero no mi pundonor y orgullo.
 
Había dado 80 clases prácticas en un utilitario pequeño, muy manejable, y nuestro coche una una "bestia" enorme, tres veces más grande. Estuve a punto de rajarme pero mi orgullo, que no es poco, me lo impidió. Bajamos al parking, el portero -que si sabía lo de mi carnet- estaba liado con los cubos de la basura y dijo "esto no me lo pierdo". ¡Que cabrito era!...
 
Si algo me daba pavor, cuando empecé a conducir, eran las rampas, que el coche se calase y se fuese para abajo pues... la rampa de nuestro parking era ancha pero bastante empinada. ¡Lo que más temía!... 
Mi marido quiso subir conmigo en el coche, me negué alegando que me pondría nerviosa, le pedí que esperase arriba de la rampa. Cosa rara, obedeció. El portero le siguió. ¿He dicho ya que era un cabritillo?...
 
Estaba temblando, me sudaban las manos... pero arranqué el coche, lo saqué sin arrear al de al lado y lo encaré frente a la rampa. Arriba ví a mis dos nuevos examinadores. Conté hasta tres o hasta cien, no lo recuerdo, puse primera, aceleré y el coche subió como una bala. Ví al portero hacerme un gesto pero como no tenía tiempo para interpretarlo, pasé. Resultado ¡Crick, crak, Crasshhh! ¡Lateral derecho y retrovisor a freír monas! Sinceramente, ¡me quería morir de vergüenza!...
Mi marido vino zumbando, recriminándome lo que había hecho, reaccioné. Paré el motor, saqué la llave, bajé muy chula del coche y obviando las burradas que estaba soltando le contesté desafiante "Lo he hecho a drede, así aprenderás" y subí a casa más tiesa que un ocho.
 
No recuerdo qué pasó en casa, yo seguí con mi explicación hasta el día siguiente cuando el portero me preguntó "¿Lo hizo Ud. a drede?"... "¡No, me la pegué, pero Ud. mudo!", le contesté. Cogí un taxi y me fuí a trabajar.
 
"Mi coche" llegó a los 15 días, pero el "examinador" se llevaba las llaves y los fines de semana volvía a examinarme hasta que me harté, pasé del coche y empecé a pasar de él.
 
No volví a conducir hasta que me separé, me compré a Gonzalito, color container -lila tardaba un mes-. Entonces las clases de "recuperación" me las dió Nefer. Si no hicimos 20 viajes Tejada-Cornellá-Tejada, hicimos 30. A las dos semanas, cuando más segura conducía, me "comí" parte de un camión.

2 comentarios:

Isabel dijo...

Siento si te molesto, pero tu marido era un idiota
Tuviste una muy buena reacción. ¡Con un par! ja,ja

Marta dijo...

¿Se ha hecho esperar, eh??
Me olí que le destrozaste el coche. Ja, ja, ja. ¡Bien hecho y buena salida! Un poco de morro si que tuviste, pero se lo tenia merecido ja, ja, ja