Si partimos de la base de que mi madre es del PP, yo soy anti-PP; ella es del Real Madrid, yo del Barça; y que las dos somos más tercas que una mula, podréis imaginar que tenemos circo montado día sí y día no.
El día que no tenemos circo nos da por hacer el ganso, algo es algo... El otro día sin ir más lejos, para evitar acabar enfrentadas por el maldito fútbol, decidí echarlo a broma y jugarme un croissant con ella, especificando que el café con leche corría de su cuenta. Entró al trapo. "Pero el croissant de aquí al lado"- me dijo.
Tardé en caer en que se refería al que tienen como decoración en la pastelería-panadería de al lado de su casa. Para seguir la guasa, le dije que ese no estaba a la venta y además estaba duro, pero ella muy chistosa me soltó "Tú vas, lo encargas, lo pagas y al día siguiente voy yo y me lo como, ya verás como te dicen que sí volando".
Dije que vale y dejé el tema, como bromita ya lo había dado todo de si.
Dos día más tarde volvió a la apuesta, "ya verás cuando lo unte de mantequilla con el Sondoku y lo llene de jamón dulce... ¡me voy a poner las botas!"
Y es que mi madre es como un crío, con mu mala leche cuando se enfada, pero un crío.
Ayer no me sacó el tema "croissantero", ayer me hizo que pusiese al gato al teléfono. ¡Verídico! Lo más gordo es que el gato escucha y, encima, hace "miauu" y... ¡para qué queremos mas!. "Pónmelo otra vez", oigo cuando vuelvo a acercar el auricular a mi oreja y así hasta que me harto y digo basta.
Bueno mejor estas chorradas que ponernos a caer de un burro. ¿No?... Que luego las dos nos sentimos fatal.
Nota: Mi madre no está loca, yo tampoco; pero si las dos estamos de buen humor y tenemos el día tonto, nos convertimos en dos payasas. Supongo que como todas las madres e hijas.
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