Ayer por la tarde estuve cocinando para una cena muy especial. Había
invitado a un “amigo” futurible. Un tête à tête muy elaborado y esperado. El
menú era de lo más sugestivo: spaghetti con almejas, dorada a la sal y
Tiramisù, todo acompañado de Champagne Cristal y vino Bordeaux.
La mesa estaba preciosa, cubiertos de plata, platos de porcelana de
Sevres, copas de cristal de Bohemia y mantel de hilo de Flandes bordado por las
monjas de clausura o no tanto.
Pero…¿qué me pongo?
El dilema estaba en el ambiente. Vestido o pantalones. De noche o de
coctel. Harta de vaciar el armario, probarme cosas y mirarme en el espejo sin
decidirme por nada, me fui a la cocina y encontré el indumento ideal.
Fue todo un éxito.
¿La cena?
La dejamos para el día siguiente.
¡OLEEE!
1 comentario:
No sé el por qué pero no me cuela, o puede que sea envidia...
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