Si ayer me dió por las motos, hoy me va a dar por los coches, bueno por el carnet de conducir. Empecemos.
Me saqué el mío cerca de los 30 años; por ciudad nunca había necesitado coche, siempre he sido de taxis, y los fines de semana ya tenía "chófer", marido, oso o como queráis denominarlo.
Una noche cenando con unos amigos, con los que siempre quería "demostrarse" más listo que nadie, y a raiz de estar en desacuerdo con alguna de sus 'machadas', me soltó: "Tú mucho ejecutiva agresiva pero eres incapaz de sacarte el carnet de conducir". No venía a cuento, sentí ganas de matarle pero opté por decirle con tono displicente y de superioridad: "Mañana me apunto a la autoescuela, lo aprobaré con el primer expediente y tú pagarás el coche". Rompió a reír incrédulo, menospreciándome... Él era así de machista, estúpido o las dos cosas.
A día siguiente, me llamó mi amiga para decirme que debía darle una lección, le contesté que ya estaba apuntada en la autoescuela. Con mi marido no se volvió a hablar del tema. Fui a mis clases de teórica, aprobé a la primera, callé y comencé las prácticas.
Tomaba las clases de dos en dos, ya que con 45 minutos diarios podía tardar años y como tenía que cumplir mi reto... Pasadas las 40 prácticas reglamentarias, si no recuerdo mal eran 40, quisieron enviarme a examen práctico, me negué y seguí pagando clases. Así pasaron un par de semanas más y cuando ya había duplicado las prácticas exigidas, fui a examen y... ¡suspendí!
Solución, ¡tres horas en lugar de dos!, pero al lunes siguiente ¡aprobé! ¡MISIÓN CUMPLIDA Y OBJETIVO CONSEGUIDO!
Llamé a mi amiga, nos reimos de la cara que pondría el listo, pero en casa seguí sin decir nada. A las 48 horas tuve el carnet físicamente en mis manos, llegó el ególatra a casa y, sin dejar que se sentase, le puse mi flamante permiso ante los morros. Se quedó alucinado, hasta verificó que no fuese falso -imaginaros como era-, y me preguntó con sonrisa sardónica "¿Con este papel me quieres decir que sabes conducir?... Anda, vamos que me lo vas a demostrar".
La demostración fue un fracaso, aunque eso ya lo contaré otro día, pero él se llevó una buena lección; lógicamente, yo me pagué el carísimo carnet y él pagó el Fiat-Uno-Turbo; aunque ese coche nunca fue mio. ¡Asquerosito que era él, estúpida que era yo!
3 comentarios:
¿Para cuando la segunda parte?
Me has dejado con las ganas de saber que cosa rara hiciste, no te la pegarías????
Ahora, eso si, entiendo que lo enviases al cuerno. Que pelma de tio!
Telain:
Muy bien hecho! Ahora nos has de contar que paso cuando se lo demostraste!
¿Y que pasó?
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